un nuevo contexto para la educación crítica
Andrés Ángel Sáenz del Castillo
Universidad de Extremadura
Facultad de Educación
Departamento de Ciencias de la Educación
asaenz@unex.es
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación TICs- se han desarrollado en un entorno social determinado que podemos llamarlo, desde el punto de vista económico, neoliberal y, desde el punto vista filosófico, postmodernismo. Su origen más inmediato lo encontramos en el desarrollo de un movimiento social que, a partir del siglo XIX, se caracteriza por la tendencia a racionalizar la vida cotidiana, la creación del empresariado patriarcal y la liberación de la tierra y del linaje. Posteriormente, en la primera mitad del siglo XX, aparece la gran empresa industrial, burocratizada y jerarquizada y, a la vez, comienza el acceso masivo a la cultura. (Gartner y otros, 1999)
Esta característica acceso de las clases populares a la cultura- obliga a desplegar nuevos criterios para mantener y desarrollar las clases sociales mediante el criterio básico de funcionamiento: obtención de beneficios como criterio diferenciador, no se ha eliminado.
A partir de los años 70 el capitalismo se encuentra con una sociedad cada vez más culta y con unos instrumentos nuevos en el mundo de la tecnología y de la información. Es preciso organizar el sistema productivo atendiendo, por un lado, formas diferentes de producción y, por otro, hacer frente a dos tipos de críticas: las criticas sociales que, teniendo su origen en los movimientos marxistas, se han venido desarrollando con el fin de conseguir introducir criterios de reparto de la producción y la crítica artística (Boltanski, 2003). Este segundo tipo de reivindicaciones se centra, sobre todo, en la deshumanización provocada por la tecnología, la pérdida de autonomía, el carácter demasiado repetitivo de la producción industrial fordista para la gente culta que ingresa en los tajos Así, pues, Marx y las distintas lecturas de su doctrina se completan con las ideas de Freud, Nietzsche
Está claro que ambos grupos de críticas plantean al capitalismo frenos y dificultades que tiene que controlar. En los años 70 se produce el primer paso para el control: los sindicatos, encerrados en la crítica social basada en criterios marxistas, no se incorporan a las nuevas exigencias. La grandes industrias se desburocratizan, desjerarquizan, dan autonomía a los equipos productivos siempre que aumente los niveles de beneficios. Este primer paso es fundamental: el poder de los sindicatos pasa a las empresas. El empresariado pierde la figura plenipotencial, pero no su poder decisorio y su capacidad de acumular los beneficios. Supone un costo económico y un nuevo rol social, pero el éxito está garantizado. La autonomía del trabajador, libertad de horarios, libertad de organización en equipos productivos, menor burocratización en la decisiones Son deseos de la juventud que forman los cuadros de las empresas y que son concedidos por el empresariado. Se consigue un objetivo: aquellos jóvenes que en el 68 se muestran díscolos a las exigencias del mundo productivo, aceptan este tipo de trabajo. Los sindicatos que sienten la pérdida de influencia "aflojan" en sus demandas sociales tradicionales. La desregulación asegura el control.
Al mismo tiempo que este cambio social está sobreviniendo otro: la formación de redes de comunicación basadas en las TICs. El capitalismo se encuentra con otro nuevo reto. El poder sin beneficio no es propio del capitalismo. Los managers, los gurús, los coach preparan sus discursos para orientar y convencer de las bondades de la nueva situación. Las grandes y mastodónticas industrias (FORD) se transforman en redes de producción (NIKE). Ya no hay una gran industria jerárquica especializada en un determinado producto de consumo, con enormes stocks sino grupos autónomos relacionados entre sí que buscarán el beneficio en sus capacidades de información y adaptación de sus productos a los gustos cambiantes del consumidor. Así las TICs se hacen productivas, constituyen el centro del nuevo sistema productivo.
Todos estos cambios son causa y, a su vez, consecuencia de varias transformaciones:
· El criterio del consumidor es el criterio fundamental para tener éxito en el mercado. Las TICs tendrán aquí un papel relevante en la propagación de nuevos "hábitus" (Bourdieu, 1995). Kitch, news, just time, toyotismo, son ejemplos de nuevos términos de la jerga de economistas.
· El trabajador, al ser autónomo, también es el responsable del éxito de la empresa. Ya no es el empresario, su avidez de beneficios o su incompetencia, lo que justifica los fracasos.
· Cumplir con estas expectativas requiere niveles altos de formación, y sobre todo, dedicación completa a la empresa. Hay que aprovechar todo el tiempo y todas las energías en controlar información: comidas de negocios, tiempos de ocio compartidos con posibles inversores
· Aparecen dos nuevos términos (Boltanski, 2003) en el mundo productivo:
· Proyecto Todo son proyectos. Las empresas tiene un proyecto, necesitan personal para un proyecto, la vida laboral es una sucesión de proyectos, todos tienen que estar pendientes de los nuevos proyectos que aparecen. Estar en un proyecto aumenta las posibilidades de integrarte en uno nuevo. El proyecto está limitado en el tiempo, los contratos a tiempo parcial no son más que una consecuencia necesaria. La legislación laboral, basada en la gran fábrica industrial, pierde su horizonte. ¡Hay que liberalizar los contratos!
· Flexibilidad Se empezó con flexibilidad de horarios, pero luego se habla de flexibilidad de plantillas, flexibilidad para trasladar la producción a otros países, flexibilidad de contratos, flexibilidad para conseguir objetivos, flexibilidad para subcontratar, flexibilidad para ocupar distintos oficios en la empresa La antigüedad se convierte en rémora para la integración. La inmovilidad de unos se hará necesaria para que otros sean móviles. Estos se apropiarán de parte (la antigua plusvalía) de la producción de los estáticos. Son las nuevas formas de acumulación en unos lo producido por otros.
Las TICs han forzado al mundo empresarial a conformase con su estructura. La empresa-red como correlato de la comunicación en red. Esta puede ser, quizás, la mayor influencia. La red como metáfora se ha constituido en el formato de las dos estructuras más potentes de nuestro entorno: el mundo de la información y el mundo de la producción.
Estos cambios necesariamente tienen que provocar consecuencias que nos afecten a los educadores. Destacamos las siguientes:
· Se exige una sobretitulación La variedad de situaciones a las que deberá enfrentarse sólo podrá ser superada y debidamente correspondida con un alto y plural nivel de cualificación. formación y autoformación elevada y generalista acumulada en unos pocos. (Bourdieu, 1991).
· El sujeto ha de tener iniciativas, ha de identificarse con las ideas del proyecto de la empresa, dedicarle todo su tiempo y esfuerzo Sujetos flexibles y comprometidos. Aprender a aprender. (Varela, 1996)
· La gran variedad de contratos y situaciones laborales impiden la solidaridad. El lugar de trabajo es compartido por trabajadores que dependen de empresas diferentes, de situaciones laborales diferentes, de horarios diferentes Sujetos insolidarios. (Gimeno, 2001).
· Aparece una nueva figura: el excluido (Tezanos, 2001). En el modelo industrial existe el "explotado"; se sabe quién es el responsable de esa situación. Pero en la actual situación, el excluido no tiene un responsable directo de su situación. No produce, ni participa de la producción; se convierte en un constante subsidiado. No participa en "proyectos" y su vida carece de sentido. Él -solamente él- es el culpable de no engancharse en algún proyecto. (Bauman, 2003).
¿Qué hacer en el mundo de la educación?
· No tenemos más armas que la recuperación de la crítica tanto social como artística. (Grundy, 1991). Los estudiantes tienen que enfrentarse a estas nuevas formas de explotación para poder liberarse. No resulta fácil desvelar la realidad que se esconde sobre el consumismo pragmático. No podemos quedarnos en buscar formar una identidad exclusivamente en términos psicológicos (Mainer, 2001). Esto puede ser una coartada fatal. La dimensión social (el poder, su distribución) es fundamental. El sistema educativo, sus objetivos, han de recuperar su sentido político.
· El modelo emergente de sociedad conexionista exige un nuevo planteamiento legislativo, un nuevo desarrollo de responsabilidades éticas. Los excluidos, los que no se enganchan al mundo de la producción, necesitan ser atendidos, pero esto requiere un marco legislativo que no esté fundamentado en un contrato que regule el contrato de trabajo del modelo industrial, su característica es precisamente la carencia del mismo. Hay necesidad de imaginar nuevos campos para la solidaridad. La tradición centralista de la ciencia y educación de los países ricos tiene que hacer un sitio a la reflexión: los nuevos pobres, los excluidos, están entre nosotros
· Las TICs nos permiten desarrollar procesos diferentes en la enseñanza aprendizaje: cambios en el modelo de evaluación, atención a la diversidad, presencia más generalizada, memoria externa más potente, procesos colaborativos de aprendizaje. Pero, a la vez nos está demandado que construyamos modelos interpretativos diferentes de la realidad social. La teoría crítica (Carr, 1995) nos presta herramientas para desconstruir nuestros discursos pedagógicos con sentido. El mundo de la interculturalidad exige que el diálogo en ausencia de posturas impositivas sea el camino metodológico de la educación. Postura intermedia entre el nihilismo y el fundamentalismo
· El sistema educativo tiene que inventar nuevas forma de potenciar la empleabilidad de los sujetos. Los títulos académicos tienen fecha de caducidad sino se actualizan. Las exigencias para integrarse en un proyecto serán cada vez más fuertes. La formación continua, la actualización constante de los programas y contenidos, la sensibilidad hacia nuevas realidades que constantemente aparecen serán condiciones sine qua non para que la educación cumpla su papel en la sociedad.
BAUMAN, Z. (2003): Trabajo, consumismo y nuevos pobres. Madrid: Gedisa.
BOLTANSKI, L. Y CHIAPELLO, E. (2002): El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid: Akal.
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